Rechazo natural a la Inteligencia Artificial

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Enésima polémica surgida sobre alguno de los usos de la Inteligencia Artificial; en éste caso de la mano de OpenAI y su celebérrimo ChatGPT. La cuestión saltó por los aires con la implementación en su modelo gratuito de la posibilidad de crear y transformar imágenes a partir de ‘estilos’ concretos como pueden ser el manga, Funko-pop e incluso el del estudio Ghibli del famoso Hayao Miyazaki; quien por su parte ya había expuesto hace un tiempo su opinión sobre la utilización de la iA para estos menesteres:

«Me repugna profundamente. Si de verdad quieres crear cosas espeluznantes, puedes hacerlo. Jamás querría incorporar esta tecnología a mi trabajo»

El éxito de ésta nueva función ha sido tal, que han bastado unas pocas horas para llenar de imágenes «ghiblizadas» (nuevo palabro) las redes sociales y saturar los servidores de OpenAI hasta el punto de tener que retirarla en dicho plan.

Como lego en aspectos técnicos de la Inteligencia Artificial pero orgulloso gañán de pro; me gustaría compartir algunas consideraciones al respecto. Consideraciones centradas en diversos conceptos y alejadas de cualquier análisis técnico.

  1. Guste o no, se ame o se odie; la iA ha llegado para quedarse

  2. Si se mira con perspectiva, es un concepto absolutamente transversal y disruptivo

  3. Hay muchos intereses tras de ella y no todos son espurios ni mercantilistas

Transversalidad de la iA

La implementación y posteriores usos de la iA abarca diversos campos, tanto materiales como morales (la ética me viene grande en éste caso):

  • Necesidad de grandes plataformas computacionales que requieren a su vez de enormes recursos energéticos e hídricos

  • Enormes inversiones en capital financiero y humano que se retrotaen de otras áreas

  • Abandono de proyectos o líneas de investigación considerados menos rentables

  • Utilización de todo tipo de medios para su entrenamiento; en muchos casos con poco o nulo respeto por los derechos de autoría

  • Politicas de privacidad que, también en muchos casos, resultan confusas o como mínimo poco esclarecedoras

  • Y finalmente alarmismo. Mucho alarmismo que va desde la pérdida de puestos de trabajo, hasta la deshumanización en las relaciones, pasando por una pérdida absoluta de la privacidad y acabando por «rebeliones» estilo Skynet en la película Terminator.

Donde estamos

Si intentamos mirar el panorama desde una perspectiva global y sin apasionamiento (muy complicado ahora mismo), veremos que realmente los modelos de iA existentes así como todo lo que conlleva su implementación, se encuentra poco menos que en pañales. Nos encontramos por un lado un sinfín de modelos, muchos de ellos generalistas, publicados por diferentes empresas que a su vez compiten por los mismos nichos de mercado y recursos; tanto materiales como humanos y financieros. Por otro lado, se vive una carrera frenética por ofrecer prestaciones superiores a las de la competencia, con el objetivo de consolidar posiciones estratégicas y acceder a mayores recursos. Este ciclo genera un despilfarro considerable y una falta de optimización evidente.

Una pregunta clave sería: ¿es la IA una excepción en términos de gestión respecto a otras tecnologías disruptivas del pasado? En mi opinión, la respuesta es no. La historia muestra que las tecnologías emergentes suelen atravesar fases similares: entusiasmo inicial, inversión masiva, competencia desenfrenada y eventual consolidación.

Mirando atrás

De entre todos los ejemplos posibles para tratar de comparar la irrupción de la iA con otras tecnologías, he pensado en uno que por cercanía en el tiempo e impacto en la vida cotidiana es fácilmente reconocible: el teléfono móvil.

El caso del teléfono móvil o smartphone es paradigmático en cuanto a que muchos de nosotros lo pudimos vivir en primera persona:

  • Docenas de fabricantes diferentes cada uno con su propia propuesta e interfaz

  • Aplicaciones y servicios propios (lo que hoy vendrían a ser las ‘Tiendas de aplicaciones’) incompatibles con el resto

  • Desarrollos propietarios que ni tan sólo se podían modificar por parte del usuario

  • Ausencia absoluta de cualquier concepto ni siquiera similar al del actual ‘código abierto’

  • Publicidad por doquier e imposible de eludir

  • Subvención de terminales a cambio de largos períodos de permanencia

  • Un auténtico jeroglífico de tarifas en función de la hora, el día o el destino de la llamada

  • Agresivas campañas para captar clientes (portabilidades) sin ningún reparo moral

  • Continuo recurso a llamadas de Spam

  • etcétera

Si observamos todo lo expuesto y lo comparamos con la situación actual; queda meridianamente claro el despilfarro de medios, uso y abuso, falta de transparencia y ecosistemas privativos que se ejerció en todo momento y por todos los actores implicados.

De forma muy similar se podría narrar todo lo acontecido durante la implementación y desarrollo de los buscadores de Internet, los portales genéricos (Terra, Yahoo, AoL, etcétera), las empresas «.com» o lo que estamos viviendo desde hace unos años con los coches eléctricos.

Mirando adelante

La historia del ‘tiempo presente’ siempre es la más compleja de tratar debido precisamente a su naturaleza. Pero si pretendemos analizar la iA a partir de acontecimientos concretos, es muy fácil incurrir en el conocido «cherry picking» (falacia de evidencia incompleta) y acabar considerando una parte por el todo. Bien a favor o bien en contra. De ahí a cavar una trinchera y comenzar el enfrentamiento hay muy pocos pasos.

Como conclusión a una opinión personal, me gustaría comentar lo que viene siendo mi experiencia en el uso de la iA y lo de positivo que me está aportando.

  • Traducciones perfectas. Con ello no sólo tengo acceso a documentación, páginas o foros en cualquier idioma; sino que además me permite participar y contribuir en todo ello

  • Creación multimedia. De momento únicamente en lo relacionado con imágenes estáticas; pero me ha permitido generar iconos, avatares, fondos e imágenes en general para maquetar tanto mi presencia en redes sociales como muchos de los artículos que comparto. Todo ello de forma muy sencilla y sobretodo personalizada.

  • Búsqueda web. Si bien continuo utilizando buscadores tradicionales (Startpage, Qwant, Mojeek); en muchos casos recurro a soluciones como la ofrecida por Perplexity para búsquedas específicas o donde requiero de un contexto concreto

  • Consultas. Desde el significado de una palabra, hasta sinónimos, pasando por resúmenes o acabando por sugerencias; me resulta de mucha ayuda a la hora de abordar con rapidez según que temas

Conclusiones

Para los que calzamos canas, no considero que la iA sea algo imprescindible. En mayor o menor medida, con más o menos dificultad; se podrían llevar a cabo las acciones expuestas anteriormente sin su intervención. Pero también es cierto, que según qué ayuda en según qué aspecto y momento, pueden significar la diferencia entre persistir o desistir.

Y aquí si cabrían las disquisiciones morales: hay inteligencias artificiales privativas o de código abierto. Que se ejecutan en la nube o de forma local. Que realizan búsquedas revelando las fuentes o tiran de lo «aprendido» hasta una fecha. Gratuitas (hasta un límite) o de suscripción para ser mínimamente utilizables. El posicionamiento sobre la Inteligencia Artificial, puede realizarse desde una óptica general de lo que representa y conlleva actualmente, o también desde el uso que personalmente le podamos dar. Lo más deseable en cualquiera de los casos y al margen de la postura que se tome, es que prevalezca el respeto antes que el enfrentamiento.

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