Reiréis pero no convenceréis


Parodiando la frase del gran Miguel de Unamuno (Venceréis pero no convenceréis/Vencer no es convencer) he pensado que bien serviría como condensación de lo que amenaza con convertirse en “línea editorial” de distintos medios de información, canales de YT y comunicadores varios.
La cuestión apunta a la hora de comentar o criticar decisiones y declaraciones del gobierno actual en general y del presidente Pedro Sánchez en particular. La forma de abordar todo ello está mutando en una suerte de bromas, chanzas y chascarrillos que vienen a reemplazar el análisis serio, detallado y sosegado.
Si bien es cierto que en las últimas (sic) comparecencias del presidente del gobierno, la mentira impregna hasta las preposiciones, también lo es que lo último que pretende es informar. Están dirigidas a conformar el relato de turno que les exalte o exculpe ante sus propios seguidores. Y si la crítica va a venir única o mayoritariamente en forma de choteo y caricaturización, no hará sino que conformar otro relato; en éste caso para jolgorio de los propios y odio de los ajenos. Y ya sabemos de sobra el poder aglutinador del odio, mucho mayor que el del consenso. Con lo que el resultado final, lejos de esclarecer cualquier cuestión, lo único que conseguirá es enconar más si cabe, dos posiciones ya de por sí absolutamente contrapuestas. Y todo ésto, no hace sino que favorecer al que ya ostenta el poder: Divide et impera.
Que en la actualidad el relato viole, mate y vuelva a violar al dato; no significa que se deba renunciar a éste último. Estamos todas de acuerdo en que resulta mucho más sencillo articular un relato de mierda a base de mentiras, medias verdades, insinuaciones y tergiversaciones que tratar de desmontarlo pacientemente a base de rigor y datos. Es algo que definió muy bien el añorado Carl Sagan refiriéndose a los magufos: “Su punto de partida consiste en proponer que ésta habitación hay un dragón invisible y que somos nosotros quienes hemos de demostrar que no es así”.
Sabemos que la fuerza del relato consiste en eso: utilizar 2 minutos de “magia” que requieren de 60 aportando datos para desmontarlo. Y repetir y repetir y repetir. Y antes de que se pueda acabar desmintiendo, lanzar uno de nuevo. Y vuelta a empezar. Súmale la enorme facilidad para crearlos en cadena, con un target cada vez más infantilizado y radicalizado y obtendrás la receta perfecta para hablar sin explicar, justificar sin aportar, gobernar sin responsabilidad.
Si se pretende realmente, no sólo de boquilla, fiscalizar y desmontar los diversos relatos que tratan de enmascarar las acciones u omisiones del poder de turno; hay que alejarse de las risitas y centrarse en los datos. Si no, es cuando luego vienen los lloros.
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Anaiss
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Más un ejercicio de estilo que un estilo de ejercicio. Básicamente por prescipción facultativa. No se habla de lo que se quiere, se habla de lo que se puede.